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Mostrando entradas de julio, 2022

Crisis y miedo: apuntes sobre la lucha desde la retaguardia

1.  Haciendo un breve balance a lo que va de la huelga de los gremios docentes, y las protestas de los movimientos sociales, populares e indígenas, resaltamos que la mayoría, si no todos, los logros y consensos de la mesa única de diálogo, son de estos movimientos y no necesariamente del Gobierno. No fue voluntad de este, atender o solucionar las peticiones del pueblo, fue fundamentalmente por la presión social. Si prestamos atención a lo que dicen los funcionarios del Gobierno en la mesa, nos daremos cuenta de que en la práctica defienden el status quo . Por lo menos este Gobierno no ha reprimido como los anteriores y tuvo la aquiescencia de sentarse en una misma mesa. Ahora bien, que tengamos una canasta básica y un precio del combustible accesible, por ahora, es un logro del movimiento, de sus líderes y de la comunidad en sí que también se autoorganizó intermitentemente. Ahora es sustancial analizar la implementación efectiva de esos acuerdos. 2.  Tenemos que confiar plenamente en l

Un punto de inflexión en la lucha

  El movimiento social, popular, campesino y de pueblos indígenas logró sentar al Gobierno en una mesa única de diálogo (MUD) facilitada por la Arquidiócesis de Panamá. En un hecho inédito en nuestra historia reciente, amplios sectores de la sociedad, diversos entre sí, lograron instituir una misma mesa en condiciones similares con el Gobierno para encontrar soluciones a las necesidades de la población: como la alimentación, el precio de algunos servicios, mejoras en la educación y la accesibilidad a medicamentos. Esta MUD como todo lo conseguido en ella, me refiero a los consensos, es un logro del movimiento social, popular, campesino y de pueblos indígenas. Por cuenta propia, el Gobierno no se hubiese sentado cara a cara con el pueblo, ni brindado respuestas a las reivindicaciones. Los gobiernos sencillamente tienen sus agendas y cada cinco años instrumentalizan la democracia. Hemos llegado a un punto de inflexión en la lucha. El pueblo en su astucia ya dejó de creer en el modelo n

Organizar la indignación (III)

Para que un diálogo funcione debe incluirse a la mayor cantidad de partes interesadas. También se necesita simetría, inteligibilidad y veracidad. Es decir, igualdad de condiciones, un lenguaje técnico, entendible cuyo contenido discursivo sea veraz. Estas son las condiciones mínimas para el funcionamiento del diálogo. Enunciar una supuesta solución, no es la solución. Para su efectividad necesitamos medir sus efectos a corto plazo dado la inminente afección, en este caso, por los altos costos del precio de la gasolina y la canasta básica.   En términos generales ya no hay confianza ni tolerancia respecto al Gobierno, y en particular en los diálogos, mesas etc... Los antecedentes inmediatos (CSS y Colón) muestran la poca efectividad de estos. Las actuales circunstancias requieren de respuestas concretas, factibles, satisfactorias y cuantificables a corto plazo. El pueblo en general tiene un mismo objetivo en común: bajar los precios de combustible y la canasta básica; pero esta luch

Organizar la indignación (II)

Pedro Rivera en Condición humana y guerra infinita  dice lo siguiente, “la utopía, mientras no desaparezca como propuesta…será una de las bifurcaciones de las muchas a configurarse en el interior de las llamadas crisis”.  Ante la actual crisis, también estamos ante una oportunidad para cambiar y no quedar en lo mismo. Cuando Edgardo Voitier dirigente de la CUCO no firmó en primera instancia el acuerdo propuesto por el Gobierno, las cosas cambiaron. Nos dio un ejemplo de dignidad. Históricamente, la memoria de los muertos retumba sobre la conciencia de las nuevas generaciones. Hoy, los jóvenes estudiantes de secundaria se apropian de su historia y nos están dando lecciones de lucha. La cual no es solo para bajar el precio del combustible y la canasta básica, también es una lucha por la vida. Cuando los gremios decretan paro, el Gobierno naturalmente está en contra, en la coyuntura manifiestan que, luego de dos años de pandemia, es injustificable y, peor aún, según informes del MEDUCA, a

Organizar la indignación (I)

En un contexto global, ya sabemos que estamos en medio de una pandemia (la covid-19) sin parangón en nuestra historia reciente y una guerra entre Rusia y Ucrania, la cual incrementó el precio de la gasolina y la incertidumbre en los mercados financieros internacionales. Si bien ambos hechos históricos afectan el discurrir de los países, tampoco puede ser la excusa eterna para tener en ascuas al país entero. La crisis actual del país no es solo el resultado de la falta de respuestas concretas y satisfactorias por parte del Gobierno, es la consecuencia de más de cuarenta años de políticas neoliberales y más de tres décadas de la hegemonía de partidos de derecha.    A tres años del Gobierno del presidente Laurentino Cortizo, las cosas no pintan bien. Todo el país, de frontera a frontera, está en pie de lucha. Diversos sectores de la sociedad, como educadores, pescadores, camioneros, taxistas, buseros colegiales, sindicatos, pequeños productores, estudiantes, y cada día se suman más sector