Los cambios no se dan
por voluntarismo. Los cambios llegan como resultado de procesos y
contradicciones en una sociedad. Ahora bien, sí existen individuos y grupos que
hacen todo lo posible para detener los cambios y mantener el statu quo. Ese es
orden social establecido. En medio de lo uno y lo otro, en esos claroscuros, aparece
como dice Antonio Gramsci: los monstruos. En esa misma línea, del otro lado de
la vereda, podríamos decir que estos cambios se pueden acelerar, acompañar e
incluso “frenar” (como el freno de emergencia de Walter Benjamin) y enrumbar.
Pero en todos estos casos, hay que estar preparados aun cuando las
contradicciones sigan su curso. Para darle contenido a los nuevos tiempos
políticos.
No hay mejor forma
para hacerlo que la formación política, cuyo objetivo sea crear conciencia de
las contradicciones, para descolonizarse, despatriarcalizarse y deconstruirse
por lo menos. Formarse políticamente para ser distintos a la ideología
dominante capitalista. El capitalismo en su desarrollo nos mostró cómo fulmina
todo a su paso convirtiéndolo en mercancía.
Pero no solo podemos
quedarnos al nivel de la conciencia, también tenemos que trabajar la
sensibilidad social y ecológica por lo menos, ya no podemos aceptar
conformemente las desigualdades y la hecatombe ecológica como si fuesen
naturales. Estas son creadas por el capitalismo en su dinámica de acumulación
infinita. Pero no solo podemos quedarnos al nivel de la sensibilidad. Es
importante trabajar el tema de la voluntad, para que la conciencia y la
sensibilidad se traduzcan en la acción. Entonces la cuestión sería así:
conciencia, sensibilidad, voluntad y acción.
Lo que está en juego en
última instancia son las condiciones de posibilidad de existencia de la especie
humana en el planeta. Interpela heterogéneamente a toda la humanidad. Es parte
de una nueva subjetividad poner sobre la mesa las contradicciones anidadas en
el modo de producción capitalista. Si esto lo pasamos por alto o lo ponemos al
margen, somos realmente parte del problema. La formación política pasa
precisamente por enfatizar en las contradicciones.
La enajenación es una
realidad. La lobotomía también. Somos falsamente libres y estamos
permanentemente seducidos por el “psicopoder”, allí apuntó bien Byung-Chul Han.
Iniciemos con el trabajo de la subjetividad, para que, cuando los cambios sean
inevitables, tengamos un contenido distinto para enfrentar los nuevos desafíos
y diseñar un mundo de vida.
Abdiel Rodríguez Reyes
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