El reciente incidente con un diputado suplente que leyó en una propuesta de Ley, al final, la colilla de los mensajes que dejan las inteligencias artificiales como Chat GPT, solicitando más información para seguir desarrollando, pone en evidencia el uso excesivo e indebido de las inteligencias artificiales. Pero esto no solo es un desliz menor, cuando el país invierte cientos de millones de dólares en asesores. Si esto es una práctica recurrente para hacer leyes, informes y documentos oficiales, entonces para qué invertimos tanto en asesores, si es así, estamos ante un fraude, porque no se toman la molestia de editar los documentos.
En el plano educativo el problema se maximiza. Pronto se tendrá que establecer regulaciones claras sobre el uso de inteligencias artificiales. De igual forma, cuando surgió el internet y las páginas de búsqueda, en particular Wikipedia, se incrementaron los altos porcentajes de similitud en las tareas entregadas por los estudiantes, pero también en los manuscritos que preparaban los profesores, para lo cual se estableció hasta un 20% de similitud. Podríamos aplicar este mismo criterio para el uso de inteligencias artificiales, como Chat GPT o Deep seek, entre otras. No se trata de andar de policía del pensamiento, pero si promocionar un uso adecuado y ético de las inteligencias artificiales.
Como ya sabemos, las inteligencias artificiales suponen un gran avance para la humanidad, en el campo de la medicina, de la colonización del espacio y en el campo de la investigación también si la sabemos utilizar adecuadamente y no abusamos de ella para nuestra facilidad. El pensamiento requiere de un esfuerzo propio para desarrollarse, ninguna inteligencia artificial podrá pensar por nosotros mismos, en nuestra dimensión autonómica e íntima. A pesar de los avances que suponen, hoy también se requiere de pensar crítica y éticamente.
No podemos estar adormecidos ante los grandes cambios recientes de la humanidad, donde las inteligencias artificiales son cruciales, gran parte de nuestras actividades cotidianas, desde las más sencillas hasta las más complejas, puede ser el uso algún tipo de inteligencia artificial, desde lo que vamos a comer, donde vamos a dormir e, incluso, nuestro estado de salud. Mientras más se avanza en la consolidación de estas, más vulnerables quedamos, en tanto autonomía e intimidad, como especie. Los cambios se están dando de forma estrepitosa, en el marco de la “aceleración social”, ya se habla incluso de otra era, la cuántica.
Ante todos estos acontecimientos es necesario un posicionamiento ético.
Abdiel Rodríguez Reyes

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