La filosofía está constantemente bajo ataque, se le quiere reducir en los sistemas educativos, incluso eliminarla. Ahora bien, la filosofía no necesita de las instituciones para existir, pero nosotros sí necesitamos de ella para pensar. Hipócritamente dicen, necesitamos que los jóvenes piensen críticamente y tengan la capacidad de resolver problemas. La gran pregunta es si eso es posible sin la filosofía. La respuesta es no. Así que, quienes quieran eliminar la filosofía realmente odian a la educación, así de sencillo. La educación es guiar al estudiante para encontrar por sí mismo la luminosidad del conocimiento, lo que Kant llamó atreverse a pensar.
La filosofía no cuenta con espacios institucionales adecuados para su desenvolvimiento. Se requieren infraestructuras: como bibliotecas especializadas (físicas y virtuales), centros de investigaciones y workshops con clústeres filosóficos, de variados tópicos: que van desde las implicaciones éticas de las inteligencias artificiales, la bioética de la investigación y los desafíos existenciales del presente. Además, emprender estudios de prospectiva, de diseño de mundos posibles, de justicia social, ambiental y epistemológica. La filosofía no solo es historia de la filosofía, aunque siempre recurrimos a esta en cuanto su utilidad para enfrentar problemas, como lo hicieron los pragmatistas estadounidenses.
Muchos creen erróneamente que la filosofía es un saber optativo y que su valor reside en un pasado glorioso, sin embargo, como bien lo planteó Gustavo Bueno, “el saber filosófico no es un saber del pretérito…. El saber filosófico es un saber acerca del presente y desde el presente”. Realmente la filosofía es necesaria para el desarrollo de la educación en general y de los ciudadanos en particular, al estar al tanto de las “ideas que brotan precisamente de la confrontación de los más diversos conceptos técnicos, políticos o científicos”, como señalaría Bueno. En definitiva, la filosofía es imprescindible en estos tiempos convulsos donde todo se disuelve en el aire.
Para defender la filosofía de quienes cuyo interés sea disminuir o eliminarla si pudieran, es necesario organizarse. Cada vez más se eliminan horas de filosofía, tanto de la media, premedia y la universidad. Se requiere un supervisor idóneo de filosofía a nivel nacional. Por otro lado, y con mayor alcance, urge fundar una Asociación Nacional de Filosofía (en el siglo pasado Diego Domínguez Caballero fundó la primera en el país) y luchar por los espacios institucionales perdidos y ganar otros en la esfera pública.
Abdiel Rodríguez Reyes
Doctor en filosofía
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