Ir al contenido principal

Ricaurte Soler y el proyecto nacional



Este año, el 11 de agosto, se celebran los noventa años del nacimiento de Ricaurte Soler, uno de los más grandes pensadores que hemos tenido. Aún no hemos agotado su pensamiento, y sus investigaciones sobre nuestro acontecer nacional que siguen teniendo una vibrante actualidad.

Un supuesto que podríamos extraer de su obra es que existe una relación entre el proyecto nacional y las “relaciones capitalistas”. Es importante conocer nuestra especificidad histórica, para comprender por qué nuestro proyecto nacional no se ha realizado a plenitud. Una de las razones inmediatas podría estar asociada a la existencia de una burguesía predominantemente antinacional y entreguista a intereses externos. Soler no pensaba en términos mecanicistas.

En lo concreto, se desarrolló lo que Marco Gandásegui hijo llamó la “burguesía rentista”, quienes se han beneficiado son aquellos sectores funcionales al modelo económico neoliberal, que a su vez excluye a amplios sectores de la sociedad. Esto ha traído como consecuencia las alarmantes desigualdades. Panamá en ese sentido va de crisis en crisis sin solucionar los problemas de raíz.

Olmedo Beluche, en una reciente intervención en el Seminario-Taller: Ricaurte Soler y las Humanidades, que hemos organizado en celebración de los noventa años del nacimiento de nuestro más circunspecto pensador, ha puesto sobre la mesa un conjunto de consideraciones teóricas e históricas que Soler plasmó en Idea y cuestión nacional latinoamericana (1980). Es de suma importancia subrayarlas para ubicarnos en la discusión sobre el proyecto nacional.

Me refiero a la presencia de naciones previas al capitalismo, como lo expresó Samir Amin, y a la existencia de “lumpennaciones”, como lo planteó André Gunder Frank. Soler busca una trocha propia para no reproducir a su juicio ciertos equívocos en estas concepciones. Primero, no compaginará con la idea de naciones milenarias, como tampoco del mecanicismo que las naciones estén causalmente ligadas al capitalismo, ya que este sería un fenómeno que no corresponde a nuestras realidades de países subdesarrollados. Como tampoco le parecerá adecuado el concepto de “lumpennaciones” de Gunder Frank, el cual le parece “grotesco” y mecánico, ya que no le podemos trasmitir una condición subjetiva o de clase a una totalidad social como lo sería una nación.

Estos debates muestran a un Soler en diálogo con grandiosos pensadores como Amin y Gunder Frank, sobre los grandes problemas y cómo desde nuestro pequeño país nos podíamos entender en la enrevesada realidad periférica del moderno sistema mundial capitalista.

Teniendo en cuenta estos ávidos debates, nos percataremos de una realidad poco halagadora: la escasa o nula discusión teórica en nuestro hábitat intelectual. En el mejor de los casos, nos topamos con alguna buena descripción de lo que está pasando o una medición de algún fenómeno coyuntural. Sin mayor enjundia para definir los derroteros de nuestra colectividad. El maestro Soler decía en alguno de sus textos: “La comunidad nacional panameña, como hemos visto, es el resultado de una historia, no de una coyuntura”.

Valorar este debate al calor de nuestra realidad, nos lleva a reflexionar sobre una de las experiencias, no solo del proyecto nacional, sino también de lo popular. La cual es, sin duda, el proceso encabezado por el general Omar Torrijos. No hay que ser torrijista para valorar objetivamente su papel en la modernización del Estado desde lo nacional popular, lo cual Soler inmortalizó como “bonapartismo y nacionalismo revolucionario” en su obra clásica Panamá: Nación y oligarquía 1925-1975. Hoy, los grupos de poder y la partidocracia, incluso dentro del mismo partido PRD que fundó Torrijos, se empeñan en enterrar lo poco que sobrevive de ese proyecto nacional popular.

Soler fue escudriñando en nuestra historia, aquellas experiencias de construcción y perfeccionamiento del proyecto nacional. Así, él le estampa ese rol a la “burguesía comercial [en el siglo XIX]y la pequeña burguesía”. Pero luego sería más de lo mismo, antinacional y entreguista. Y, sucesivamente Soler irá estudiando nuestro devenir e irá identificando a quienes asuman ese compromiso histórico.

Como señaló Soler en su obra Panamá: historia de una crisis: “La cuestión política se zanjó a partir de una restructuración original y sin precedentes de sectores del aparato estatal”, como por ejemplo: “la nueva constitución de 1972[…]la elección directa, sin mediación de los partidos políticos, de 505 representantes de los 505 corregimientos […]”, esto suponía una “estructura de poder popular originales” (p.82). Aunado “la aprobación del nuevo Código del Trabajo que implicó notables avances para el proletariado panameño, particularmente en lo que concierne a la estabilidad laboral y a la sindicalización” (p.83), además, varias empresas pasaron al sector estatal.

Pero lo más sustantivo del proceso torrijista, según Soler, fue el “avance real en la tarea histórica de consolidar el Estado Nacional panameño” (p.90). Todo esto se ha menguado, de lo nacional popular queda muy poco, siempre bajo amenaza de ser aniquilado en su totalidad. Aún quedan tareas pendientes como la descolonización del pensamiento, pero sin duda fue un paso decisivo.

Todo para lo cual Soler habría dedicado su existencia, como me lo reafirmara Miguel Montiel-Guevara, uno de sus amigos y discípulos más cercanos, fue para poner fin al enclave colonial y fundamentar un “bolivarismo socialista” para nuestra América.

Así como están las cosas, bajo la permanente amenaza de aniquilar todo lo nacional popular, y con contradicciones que de momentos parece irrealizable cualquiera alternativa. El pensamiento de Soler nos anima a seguir debatiendo nuestro pasado, no como un cúmulo de hechos pretéritos, sino cómo estos nos iluminan el camino para diseñar el país que queremos.

Abdiel Rodríguez Reyes   

Ricaurte Soler y el proyecto nacional en La Estrella de Panamá

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Qué está pasando en Panamá? Un año de intolerancia, prepotencia e incertidumbre

El Gobierno del presidente José Raúl Mulino, tocó fibras muy sensibles, su jefatura se caracteriza por mucho sobresalto, a tal punto que, nos encontramos ante la peor crisis después de treinta y cinco años de “democracia representativa”. Iniciemos brevemente sobre la trayectoria política del presidente Mulino. Fue vicecanciller y canciller en el primer gobierno después de la invasión estadounidense a Panamá en 1989, con el presidente Guillermo Endara, quienes tomarán el poder en instalaciones militares estadounidenses en el antiguo enclave colonial, luego fue ministro de Gobierno y Justicia y posteriormente de Seguridad del presidente Ricardo Martinelli. En este periodo se protagonizó uno de los episodios más violentos precisamente contra manifestantes en Bocas del Toro y San Félix.  El presidente Mulino ganó las elecciones gracias a la popularidad del  expresidente Ricardo Martinelli,  fue primero  su candidato a vicepresidente en un partido cuyas iniciales coincide...

Víctor Ávila y la utopía revolucionaria

En esta ocasión quiero referirme a Víctor Ávila Ducasa. Fue un ilustre panameño que nació en Panamá en 1939. Jugó un papel fundamental en la gesta patriótica de enero de 1964, encabezada por institutores, fue secretario general de la Federación de Estudiantes de Panamá, entre 1962 y 1965. Militó en las filas del Partido del Pueblo. Sus estudios universitarios los realizó en la Universidad de Panamá y la de Chile respectivamente, país al que regresó en la década de los 70 y también impartió clases allí, vínculos familiares luego de su jubilación lo llevaron a tierras de Allende y Neruda, donde recientemente falleció, a los 86 años. Pero, fundamentalmente desarrolló su magisterio en la cátedra de historia de la Universidad de Panamá.                      Como lo describe Miguel Montiel, en su autobiografía Nostalgia Azul, “Ahumada junto con César “Tuto” Arosemena y Víctor “Vitito” Ávila, alias “Barbarroja”, formaban la trilogía perfec...

La extrema derecha

Es importante estudiar los rasgos fundamentales de la política de nuestro tiempo, tanto a nivel nacional como mundial. La asunción de Donald Trump pone sobre el tapete la discusión sobre el auge de la extrema derecha. Un fenómeno que no necesariamente es nuevo, pero en los últimos años está de relieve, donde varios presidentes y dirigentes, se caracterizan por su radicalismo de derecha.    En 1967, Theodor Adorno, dictó una conferencia en Viena, la cual recientemente se conoció en castellano con el título homónimo:  Rasgos del nuevo radicalismo de derecha;  allí, una de las tesis centrales plantea la vitalidad de las condiciones sociales que posibilitan el fascismo como una de las formas de ese radicalismo.   Y, a pesar del fracaso de éstos, aún siguen vivas algunas de sus fibras en la sociedad. Lo cual conduce a la tendencia antidemocrática de despreciar el pluralismo y abrazar el odio.    Otro aspecto resaltado por Adorno es como la concentración del...