Tratar de responder a la
pregunta ¿Qué es Filosofía? desborda cualquier intento. Si bien es necesario
partir de su significado etimológico de amor a la sabiduría, este no es
suficiente. Se requiere mayor trabajo conceptual para comprenderla. Es así
necesario recurrir por lo menos a Platón en La República (Alianza, 1994),
allí en su libro VII conocido como la alegoría de la caverna, hace una
reflexión interesante, la cual nos ayudaría a hacernos una idea de lo que es
Filosofía. Allí, nos narró cómo vivimos en una caverna, donde estamos
encerrados y acostumbrados a solo ver las sombras de “objetos fabricados”
(VII-515c) y no la realidad. Cuando salimos de ella chocamos con la luz
del sol hasta hacernos ver centellas. De tajo no podríamos contemplar “las
cosas de arriba” (VII-516a), nos tocaría acostumbrarnos poco a poco a
ver la realidad en toda su complejidad. Ese es el trabajo de la Filosofía y en
consecuencia “lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien,
pero una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y
lo bello” (VII-517 c).
Cuando nos preguntamos sobre la
importancia de la Filosofía, nos percatamos que, hacerse esa pregunta es un
recurso retórico. Cuando lanzamos la pregunta ya sabemos la respuesta por lo
menos etimológica, la usamos como excusa para ahondar en la cuestión: la
Filosofía sí es importante, ahora la pregunta es ¿para qué? y, la respuesta es
fácil enunciarla: para pensar. Eso nos lleva a explicitar esa actividad. Oscar
de la Borbolla escribió un libro titulado La rebeldía de pensar (FCE,2020),
aquí reflexiona al respecto; nos dice, pensar:
“es descubrir
en cada camino una multitud de sentidos y en cada sentido una multitud de
caminos. Para quien piensa hay muchas metas y muchas maneras de alcanzarla y
por ello, el que piensa relativiza, duda, y el que no piensa se vuelve
dogmático. Pensar no es tranquilizador: provoca duda, incertidumbre y a veces,
inclusive zozobra” (p.14).
Si no piensas, estás en una zona de confort unidimensional
como diría Herbert Marcuse y en lugar de la zozobra, la conformidad es la norma.
Esa es la cuestión con respecto al pensar, hay suficientes razones para dudar
de todo, del orden vigente, del régimen alimentario o de cualquier otro tema de
vital importancia para el desarrollo de nuestras vidas en el planeta. Entonces,
esta incertidumbre ante la hecatombe nos invita pensar en la multitud de
caminos que albergan la esperanza de un mundo mejor.
No hay duda de
que hemos pensado, no dudamos de la existencia de filósofos y filósofas y
filosofías. ¿Cuáles son los aportes de estas al impulso de la humanidad en su
conjunto? Creo que, la Filosofía como el trabajo de pensar siempre tiene como
objetivos mínimos indagar, dudar, organizar. Solo pensemos un poco en el
trabajo de Aristóteles (por ejemplo, cuando analiza varias constituciones o
clasifica las plantas); pensemos un poco en los núcleos problemáticos, en los
mitos, en las narrativas de nuestros pueblos aurorales, las cuales nos ayudan a
comprender la riqueza del mundo; pensemos en un trabajo como La Enciclopedia.
O, más reciente aún, en las discusiones en el Instituto del Futuro de la
Humanidad de la Universidad de Oxford, dirigido por Nick Bostron (véase el
sugerente enlace fhi.ox.ac.uk), sobre la inteligencia artificial, el mejoramiento
de la humanidad o el “riesgo existencial”. En conclusión, el aporte de la Filosofía
reside en indagar, dudar y el organizar el conocimiento.
La Filosofía
nunca ha estado de moda, es decir, no es mediática, no lo fue; si es fiel a su
papel en la sociedad, sería más bien incomoda. A Sócrates lo mataron, a Enrique
Dussel le hicieron un atentado de bomba y a pesar de los chistes de Slavoj
Zizek, la Filosofía no busca conciliar con el orden vigente, sino mover los
cimientos de lo políticamente correcto y, en ese sentido, irrita; quizá por eso
no sea mediáticamente relevante, pero en el fondo nadie con sano juicio dudaría
de su pertinencia. De hecho, hemos contado con filósofos notables como Ricardo
Arias Calderón o Ricaurte Soler, quienes desde las antípodas ideológicas tenían
una incidencia en el debate nacional en la segunda mitad del siglo XX, el
primero llegó hasta la vicepresidencia de la República y el segundo tiene su
sitial como uno de los principales teóricos de la nacionalidad.
Según esa
pertinencia, cuál es su lugar en la sociedad, en España se está dando un debate,
quieren eliminar a la Filosofía de la Educación Secundaria Obligatoria.
Ciertamente no conozco cuál sea la cantidad de horas necesaria para la Filosofía
en el sistema educativo, lo curioso es el criterio para asignar mayor
importancia a algunas asignaturas de las ciencias nomotéticas y tecnológicas,
mientras a las ciencias ideográficas y en particular a la Filosofía restarle. Si
comparamos los programas de estudio, veremos la reducción, en la actualidad se
dictan dos horas semanales de Filosofía; en la década del ochenta se dictaban
cuatro; pero la cantidad de bachilleratos que fueron apareciendo en los últimos
años, arrinconaron aún más a la Filosofía. La mayoría están enfocados en lo
industrial, comercial y turístico en menor medida, lo cual es entendible, lo preocupante
es la desproporción, eso nos invita a preguntarnos qué tipo de sujetos queremos.
Ahora la
pregunta es ¿Qué hacer?, en Panamá tenemos mucho por bregar con respecto a la
gestión de la Filosofía; el filósofo español Gustavo Bueno dijo que la Filosofía
rebasaba cualquier gremio y está en toda la razón; sin embargo, es necesario organizarse
para no perecer en la formalidad de la educación; la Filosofía como tal no,
pero si su enseñanza estaría en peligro de disminuirse, aunque es impensable
una educación sin Filosofía, no dudamos de la impericia de nuestros
funcionarios para eliminarla. La profesora de la Universidad de Chicago, Martha
C. Nussbaum, nos habló sobre la necesidad de las humanidades para las
democracias en su obra Sin fines de lucro (katz, 2010). Lo que está en
juego en la formalidad de la educación es la reducción de la Filosofía, por
diversos medios, ya sea por la orientación técnica y crematística de la
educación en su conjunto, ya sea por la disminución de horas en los programas,
ya sea por el carácter de obligatoriedad de esta en el sistema, ya sea por el
cambio de nomenclatura o cualquier otra forma en que explícitamente la Filosofía
en un sentido profesional mengue en los planes y programas en el sistema educativo
panameño.
Ahora bien,
urge en ese tenor, crear una Asociación Panameña de Filosofía, como la hay en
nuestros países vecinos, como en Costa Rica está la Asociación Costarricense de
Filosofía (ACOFI) o en Colombia la Sociedad Filosófica Colombiana (SFC), los
cuales son espacios externos a las universidades con mayor dinamismo. Con igual
pertinencia necesitamos un supervisor nacional de Filosofía en el Ministerio de
Educación para la militancia de los espacios formales de la Filosofía en el
sistema educativo, como también sea el enlace con los y las profesoras de todos
los colegios para su educación continua; estos espacios aunados con la
Universidad tendrían que retomar los esfuerzos de un Congreso Nacional donde se
discutan tanto los problemas domésticos de la asignatura en los espacios
formales como también las grandes problemáticas que la realidad nos supone,
allí reside la importancia de la Filosofía y sus retos.
Abdiel Rodríguez Reyes
Profesor de Filosofía en la Universidad de Panamá
Excelente reflexión!
ResponderEliminar¡Excelente! Comparto su propuesta. Democratizar la educación, pasa por entender y actuar de acuerdo a un concepto o idea de quiénes somos y qué deseamos.
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