Recientemente Katya
Colmenares en el Seminario Permanente de la Asociación de Filosofía y
Liberación y también en la Conferencia Internacional Pensando el Mundo
desde la Vida, nos invitó a pensar “desde la vida”, lo cual supondría un
cambio de paradigma. En ese sentido, ir más allá del fetichismo capitalista. Es
decir, del orden vigente conducente al “suicidio colectivo” (como diría Franz
Hinkelammert).
Somos testigos de cómo hemos convertido
a la naturaleza en una mera mercancía y seguimos haciéndolo con minas a cielo
abierto, afectando directamente nuestro medio y, también, cómo las relaciones
sociales capitalistas son destructivas de la convivencialidad y sensibilidad
ante el Otro. Ya no se trata de una crisis del capitalismo, estamos ante una crisis
civilizatoria (como diría Renan Vega Cantor) en curso. De tal forma que, una
reforma al sistema capitalista no es la solución, más bien sería parte del
problema. Son esas relaciones y su modo de producción causantes del deterioro de
la Madre Tierra y de la vida en ella.
Así
como la sociedad experimentó el progreso, ¾
alfil del capitalismo ¾
produjo abismales desigualdades y condiciones ecológicas pírricas para la
existencia de la vida en general y de la especie humana en particular. La locomotora
del capitalismo continua su acelerado rumbo al suicidio colectivo, urge como
diría Walter Benjamin, un freno de emergencia.
Ante
ese escenario poco optimista cuando vemos la espiritualidad capitalista desenvolverse
plenamente, el pensamiento de Colmenares es una bocanada de esperanza. Como
tarea nos dice: urge pensarse como “comunidad de vida”; esa es de las tareas
políticas más sublimes, pensar y actuar como un gran nosotros. La pandemia nos
desnudó aún más la necesidad de hacerlo. La posibilidad de pensar en estos términos
supone las condiciones y utopías para hacerlo sin claudicar ante el suicidio
colectivo.
Abdiel
Rodríguez Reyes
Profesor
de Filosofía en la Universidad de Panamá
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