Presentación
El 24 de abril
nos levantamos con la noticia del fallecimiento inesperado de Marco A.
Gandásegui hijo. Dejó un legado para Panamá y Latinoamérica. Fue catedrático,
emérito, director del Departamento de Sociología, del Centro de Investigaciones
de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá, director de
FLACSO-Panamá, director del CELA, director de la revista Tareas,
presidente de ACAS, de ALAS, fundó el GT de CLACSO: Estudios sobre Estados
Unidos. Sólo nos queda seguir su tesonero trabajo en la fundamentación de un pensamiento
crítico enraizado en la justicia social.
Desde hace
quince años Gandásegui fue columnista en La Estrella de Panamá. En esa
tribuna, todos los jueves nos entregó un análisis de coyuntura con los pies en
la tierra, pendiente de cada detalle, pero sin perder de vista la perspectiva teórica.
Los artículos
aquí compilados corresponden a los publicados entre el 5 de marzo y el 23 de
abril de 2020 en La Estrella de Panamá, cada uno tiene al final su fecha
de publicación, fueron ordenados cronológicamente, terminando con su última
entrega, de la cual tomamos el título para esta edición.
El 13 de marzo
del 2020, el Ejecutivo, mediante resolución de gabinete, resolvió establecer el
Estado de Emergencia Nacional para encarar la propagación del coronavirus. En
la actualidad, el Ejecutivo está asediado por decenas de protestas en las
calles y redes sociales, motivadas, entre otras cosas, por la falta de
respuestas concretas y el destape de millonarias compras directas para solventar
los problemas.
Desde el 5 de
marzo hasta un día antes de su muerte, Gandasegui estuvo pendiente de lo que estaba
pasando. Sus artículos de estas fechas no sólo ayudan a entender lo acontecido
en Panamá, también daba luces de lo que estaba pasando en un contexto más
amplio, porque nunca dejó de pensar en los términos del sistema-mundo.
Llamó la
atención sobre la falta de liderazgo del presidente de la República para establecer
un plan nacional ante la pandemia. No contamos con los aliados acostumbrados, Estados
Unidos no logró suprimir el virus y se encuentra en medio de sus problemas
internos. Todo en el marco de un sistema capitalista que no está dispuesto a
renunciar a la acumulación a escala mundial. Contrario sensu, desde las
fuerzas populares con conciencia el horizonte es otro.
Este es un virus
que se propagó desde las grandes ciudades europeas y estadounidenses; en Panamá
se concentró en las áreas pudientes del país; pero serán los de abajo quienes
sufran las consecuencias a largo plazo. Esta desigualdad rampante, que no solo
se vive en Panamá, nos hace desconfiar de las cándidas medidas que se toman,
muchas veces a favor de los grupos de poder económicos.
Esto se
solucionaría parcialmente con participación ciudadana, desde las comunidades, pero
esto no se contempló. Todas las medidas son preferencialmente pensadas desde
arriba, sin considerar a los de abajo.
Con lo dicho en
líneas anteriores, no se puede abstraer el análisis de clases de lo que ocurre
en la pandemia. Por ejemplo, en Estados Unidos los más afectados son los
trabajadores negros y latinos pauperizados. En Panamá, con criterios
cuestionable, se estableció un cerco epidemiológico en una comunidad indígena.
El virus no liquidará
al capitalismo, sino a los más vulnerables y explotados por este sistema a
escala mundial. La alternativa está en la organización de las fuerzas sociales
y populares que no deben renunciar a la transformación del mundo.
[1] Investigador en el
Centro de Investigaciones de la Facultad de Humanidades y profesor en el
Departamento de Filosofía de la Universidad de Panamá.

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